Caricias de la noche

En la tibias noches de otoño, cuando el viento de la cordillera ya comienza a descolgarse y a acariciar la memoria, cuando las nubes desembarcan en los cerros de mi funeraria morada y el ladrido languido del noctámbulo perro, golpean mis oidos, ellos me recuerdan con fuerza, que aun ahora, aun en esta distante tierra alejada... nada ha cambiado…. entonces escribo.
Sombrías aguas tenebrosas que fluyen por mis venas pútridas y desconsoladas,
sangre inerte que recorre mis anhelos olvidados, que va tallando cada olvido,
cada encanto, cada hastío, con tus formas y colores olvidados.
Con los ojos eternamente irritados por lágrimas que no precipitan al suelo, por lágrimas de hielo que no caen más, miro el historial de mis noches silenciosas y apesadumbradas, sin luz, mas que el destello lejano de algún estío pasado, y cada vez menos anhelado pero no olvidado.
me asomo a la ventana y veo y siento que afuera, sigue la misma canción sonando como ayer, la misma melodía triste, la misma voz, la misma intensidad; ella, hace eco y llaga en la sangrante fisura que resistida a sanar, negada a curar, condenada a sangrar continua su muerte.
Las horas pasan, y la distancia aumenta, mas, ni en curvas ni en cuestas crepusculares, el recuerdo tranza las horas pasadas, sigo entonces con el monumento al desarraigo que voy diseñando y el temple de acero en sus bases, configuran el portentoso esqueleto, al abandono que he decidido para mí….
Es delicioso somatizar, sentir la muerte en las visceras.... es hora de dormir... otra noche para no soñar.
Sombrías aguas tenebrosas que fluyen por mis venas pútridas y desconsoladas,
sangre inerte que recorre mis anhelos olvidados, que va tallando cada olvido,
cada encanto, cada hastío, con tus formas y colores olvidados.
Con los ojos eternamente irritados por lágrimas que no precipitan al suelo, por lágrimas de hielo que no caen más, miro el historial de mis noches silenciosas y apesadumbradas, sin luz, mas que el destello lejano de algún estío pasado, y cada vez menos anhelado pero no olvidado.
me asomo a la ventana y veo y siento que afuera, sigue la misma canción sonando como ayer, la misma melodía triste, la misma voz, la misma intensidad; ella, hace eco y llaga en la sangrante fisura que resistida a sanar, negada a curar, condenada a sangrar continua su muerte.
Las horas pasan, y la distancia aumenta, mas, ni en curvas ni en cuestas crepusculares, el recuerdo tranza las horas pasadas, sigo entonces con el monumento al desarraigo que voy diseñando y el temple de acero en sus bases, configuran el portentoso esqueleto, al abandono que he decidido para mí….
Es delicioso somatizar, sentir la muerte en las visceras.... es hora de dormir... otra noche para no soñar.
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