martes, febrero 28, 2006

Sera lo mismo hoy


Cuan verdad y cuan mentira son tus yermas palabras?
Cuan verdad,
Tu verdad, es realmente tu sepulcro santificado, amén.
Nadie interrumpe tu doliente paso por este mundo,
nadie impide ni corta tus pasos erráticos y ciegos.

Esa banalidad del ser perplejo y expectante, perplejo y expectante…
Ese embrujado y colapsado espíritu
Espíritu…
Espíritu que deambulas entre sombras cavernosas,
llenos de misterios develados titilantes y que aun te hacen creer
que vives bajo el alero sereno de la luz de un nuevo dia.

Espíritu adulto que va en vuelo hacia el infinito abismo,
tu mirada y yo la mía
enmarañada en un concierto exquisito de agónicos lamentos,
de noches agrestes y secas, tu sonrisa y la mía.
Mi caída,
eterna caída que deja a su paso historias
pretéritas de cuentos inconclusos y dramas sofistas.

El árbol de cerezos siempre germinará
no solo en tu pelo y en el mío,
Siempre habrá un rocío de por la mañana,
que moje sus hojas, mis hojas…
Siempre habrá un arrollo que moje mis raíces, y yo las tuyas

al caer no ves solo las vivencias abstractas del silencio,
al caer no ves solo la perdida de ilusiones pasadas,
al caer no solo tristeza, pena y llanto arrastras.
El caer…
es el despertar a esta vida y a esta tierra.
Allá en lo profundo, la tierra y su caos bestial y rítmico,
Acá arriba, los recuerdos y el error involuntario
del ciego que tropieza en una escala, involuntario.
El error de haber creído que esta vida estaba sembrada de rosas
Creer que el campo de rosas era eterno,
Creer que el tibio viento era el halo de dios que te bendecía,
y que la eternidad no tenia limites tasables ni medibles.
Caer es flotar en el cielo, cósmico y radiante, de la mañana fresca
Caer en el fuego, ardiente de los brazos románticos de una quimera,
de una doncella de largos cabellos rizados
y adornados con margaritas frescas de la mañana,
caer eres tu, juguetona, alocada y febril damisela
tu olor ilumina mis lamentos,
tu voz pinta arco iris en los valles,
tu mirada hace hablar a las rocas.

caer soy yo, sin paradoja,
la hoja del plátano oriental en otoño,
la pluma de la paloma que empina su vuelo,
la gota de lluvia en este invierno que aun no llega,
el rocío de las mañanas en primavera.
El asteroide venusino que surca el espacio.
La mirada cancina del ebrio callejero.