lunes, mayo 15, 2006

Carta de amor para mi cumpleaños.















Cuando te miro de cualquier forma, o te leo,
o bien te huelo,
mi pasión palpita a brincos
y quiero abrazarte.
Cuando te miro o te recuerdo,
te extraño tanto, sabiendo que estas tan lejos.
Saberte lejos y saberte cerca soñarte mía y luego…
y luego muero, bueno así es la melancolía.

Se que estas muy cerca pese a tanta lejanía,
y digo lejanía, no la tuya sino la mía.
Cuando te miro,
a través de aquel espejo tan frío y vítreo, tan frío y nuestro,
me pregunto por las semillas de maravilla,
los arbustos, las gerbéras, por tu sonrisa y tus locos crespos,
o simplemente por tu fresco y coloquial lenguaje,
porque fuiste mía en un sueño,
tan mía como el universo,
eres tan presente hoy día
como mi muerte y su letanía.

Cariño mío, hoy estoy mas viejo,
un poco triste y bastante quieto,
pero mi universo negro y su seducción cotidiana
me inducen a seguir despierto.
Cuando te miro en mi memoria
y tu rechazo juguetón he inquieto,
indican que ya es hora,
sonrío leve en un parpadeo,
luego respiro y ya estoy de nuevo.

Niña linda y te digo niña,
por que por la cresta que me siento viejo,
por tanta pena y alegria, que mis pasos han hecho lento,
lento paso me he hecho y sigo viejo aunque lo niego

Niña linda, niña hermosa, estas tan lejos y yo tan ciego andando a oscuras.

Me encanta tanto robarte una sonrisa,
por muy miserable que esta sea,
la tomo siempre como un obsequio nacido de tu alma,
esa, que en tu vida nunca ha estado rota.

Quizás oscura o quizás absorta, pero nunca rota,
porque tu alma niña mía, no esta rota, quizás duerme,
quizás flota, pero tu alma como la mía,
jamás ha estado rota.
Tu alma niña sonriente es tan brillante
como la estrella de allá del cielo oriente,
esa que hoy bajo y entrego en tus manos locas.