Introduccion a: la exornada descripcion de un concha de su M...
La propia confección de lo que a continuación se ha escrito, en su génesis, culposa y retorcida, con grados, incluso, de remordimiento, motivan este pequeño “ensayo” que va dirigido a mi propia retrospección.
En momentos tan pretéritos, pero tan presentes y manifiestos en los instantes de soledad que porto, disfruto y siento en mi pecaminosa carne moribunda.
Quizás la mofa y la burla sean parte del primer sentir por parte del lector al cual va dirigido, pero lejos de querer causar esa sensación, la base idea, es haceros contemplar el otoño eterno, con sus luces y sus infiernos, con sus risas y agonías, con el ojo contemplativo de aquel que observa, analiza y escribe sintiéndose muerto.
De pobre y falaz embustero, podría ser tachado, pero no interesa, porque nada importa, porque dentro de la construcción destructiva de mi propio simbolismo, es la que a la postre y al final de cada noche será la que prevalecerá, y esto… todo esto, instalado y radicado, exclusivamente en mi.
Así la percepción que de esto se pueda desprender poco vale si no se siente, si no se ha vivido la perdida de la quimera, la ilusión, la esperanza y no se escucha la voz trémula y quejumbrosa de un alma rota.
Para quien pese a todo lo anterior, aun no entienda, incluso dejo mas en claro el génesis de la idea base:
Es una disculpa encarecida y ofrendada a quienes me han acompañado en estos nuevos caminos penumbrosos y borrascosos, carentes de luz, pobres de fe y sin rumbo ni norte concreto, todo esto a sabiendas del daño que he causado…
Poco mas que agregar, y que la oscuridad empañe tu lectura, solo así podrás interpretar que en otoño, las luces son amarillentas y penumbrosas y que en primavera el sol no brilla igual para todos, que el astro sol lejos de complacer… quema hiere y arranca la piel carne a jirones y que las risas no son sino un acto de desconsolado aullido de funerario dolor agónico.
En momentos tan pretéritos, pero tan presentes y manifiestos en los instantes de soledad que porto, disfruto y siento en mi pecaminosa carne moribunda.
Quizás la mofa y la burla sean parte del primer sentir por parte del lector al cual va dirigido, pero lejos de querer causar esa sensación, la base idea, es haceros contemplar el otoño eterno, con sus luces y sus infiernos, con sus risas y agonías, con el ojo contemplativo de aquel que observa, analiza y escribe sintiéndose muerto.
De pobre y falaz embustero, podría ser tachado, pero no interesa, porque nada importa, porque dentro de la construcción destructiva de mi propio simbolismo, es la que a la postre y al final de cada noche será la que prevalecerá, y esto… todo esto, instalado y radicado, exclusivamente en mi.
Así la percepción que de esto se pueda desprender poco vale si no se siente, si no se ha vivido la perdida de la quimera, la ilusión, la esperanza y no se escucha la voz trémula y quejumbrosa de un alma rota.
Para quien pese a todo lo anterior, aun no entienda, incluso dejo mas en claro el génesis de la idea base:
Es una disculpa encarecida y ofrendada a quienes me han acompañado en estos nuevos caminos penumbrosos y borrascosos, carentes de luz, pobres de fe y sin rumbo ni norte concreto, todo esto a sabiendas del daño que he causado…
Poco mas que agregar, y que la oscuridad empañe tu lectura, solo así podrás interpretar que en otoño, las luces son amarillentas y penumbrosas y que en primavera el sol no brilla igual para todos, que el astro sol lejos de complacer… quema hiere y arranca la piel carne a jirones y que las risas no son sino un acto de desconsolado aullido de funerario dolor agónico.
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